EL GRAN TESORO QUE SE ENCUENTRA AQUÍ  ES LA VIDA COMUNITARIA

Monjas Dominicas en la Huerta
En la huerta
En donde las almas se unen en conjunto y donde varios, al fin, no son más que uno. (S. Agustín)

Actualmente  ocho hermanas  formamos  esta comunidad perteneciente a la Orden de Predicadores.
La vida contemplativa dominicana se traduce en  una vida sencilla y sincera en el propio corazón, y en el desafío y consuelo de la vida común.
Nuestra espiritualidad se cimienta sobre la Palabra de Dios: escuchar la Palabra, contemplar la Palabra y predicar la Palabra.
La comunidad es el lugar donde nace y vive la Palabra. A la vez, ejercitándonos en el silencio interior y exterior, en la soledad habitada, en el cara a cara con Dios se resume el mensaje del evangelio: Dios lo único necesario y... amarás a tu prójimo como a ti mismo.

¿CÓMO ES ESO DE SER MONJAS Y A LA VEZ PREDICADORAS?

Las monjas fueron el primer signo de la misión que Santo Domingo quería dar a la Orden Dominicana. Sabía que quien ha recibido la gracia de silenciarse en lo profundo de su ser para dejar que el espíritu clame y hable, a la vez que alaba al Señor, evangeliza con la sencillez de la oración.

Establecía sus "casas de predicación" en la ciudad porque "la luz es para compartirla". Convencido de la necesidad y del poder de la oración, confió a las monjas el objetivo de evangelizar desde sus monasterios. Las exhortaba a una vida santa llevando un estilo de vida distinto al que la gente de aquella época estaba acostumbrada a ver en la Iglesia, dando así un fuerte testimonio del seguimiento de Cristo y les enseñaba a hablar a Dios de los hombres para que ellas pudiesen hablar a los hombres de Dios. Las invitaba a ser Luz del mundo y Sal de la tierra. No solo rezar,  sino también que nuestros monasterios sean corazones acogedores de los sufrimientos y alegrías de aquellos que atraviesan sus puertas.

Monjas Dominicas en el coro
En el coro

La Cueva de Segovia configuró la personalidad de Domingo, incluso su concepción de la Orden. Santo Domingo, según las crónicas no es el predicador de los grandes sermones sino el de los encuentros personales. Nuestro convento quiere continuar esto: ¡Qué nuestra vida exprese que está vivo el evangelio!
Diríamos que lo que hace útil nuestra vida no es la materialidad de los servicios que ofrecemos, sino esa voluntad de Dios de hacernos suyos para bien de los demás.
Jesús decía que los suyos eran como levadura en la masa: en medio de una sociedad expectante nos unimos a cuantos por caminos diversos embargan su vida en el empeño de un mundo mejor. Lo hacemos ofreciendo presencia, fe, esperanza y acogida.

CANTOS DE LA LITURGIA

¿Quién no ha cantado cuando se ha sentido alegre?

Las monjas no solo interpretan música, su propia vida se convierte en música en el seno de la sinfonía universal.
Como “Iglesia en oración”, las celebraciones litúrgicas a lo largo del año son el centro y el corazón de nuestra vida, principio de unidad, la fuente  y modo de nuestra  predicación y momento en el que contemplamos el misterio gozoso de la salvación.